Religión

El fin de un mundo

por Padre Juan Carlos Ceriani
en Radio Cristiandad

Sabemos que cuando San Pablo habla del Anticristo, da como señal el sacrilegio religioso“se sentará en el Templo de Dios haciéndose dios”, es decir, se apoderará de la religión para sus fines, y cesará el sacrificio, aunque permanecerá un simulacro de sacrificio…

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La gran tribulación, las persecuciones contra los justos, es anterior a las catástrofes cósmicas que aquí se anuncian; las cuales, a su vez, preceden inmediatamente a la Parusía, el gran día del furor de Dios.

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Si, pues, vemos levantarse el error en el lugar santo, es decir, en la Iglesia, y presentarse como una doctrina divina, debemos huir de la Judea a las montañas

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Imaginemos por un instante lo que aconteció con el rechazo de Jesucristo y luego, más tarde, al no reconocer los signos de la destrucción de Jerusalén… Las señales valen también para nosotros, para la Segunda Venida; y, si no vigilamos, nos puede pasar exactamente lo mismo que a ellos.

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Los más grandes doctores y escritores católicos de los últimos dos siglos han vislumbrado el parecido de muchos fenómenos modernos con las “señales” que están en el discurso escatológico y en el Apocalipsis.

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Cristo volverá por una segunda vez; no ya a padecer y morir, sino a juzgar y reinar, como hemos visto en la Fiesta de Cristo Rey.

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A quienes distraen y desarman a los fieles por medio de un optimismo beato, les respondo que la política del avestruz es muy peligrosa y siempre termina por un desastre mayor que el que se quiere desconocer…

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La inminencia de la Parusía explica la magnitud de esta crisis y aporta la esperanza, tan necesaria en nuestros tiempos de calamidades.

Nota de TD: Las ilustraciones con sus leyendas son añadido nuestro.

VIGESIMOCUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo —el que lee, entiéndalo—, entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas; quien se encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa; quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto. ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquel tiempo! Rogad, pues, para que vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado. Porque habrá entonces grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá más. Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; mas por razón de los elegidos serán acortados esos días. Si entonces os dicen: “Ved, el Cristo está aquí o allá”, no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán cosas estupendas y prodigios, hasta el punto de desviar, si fuera posible, aun a los elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Por tanto, si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “está en las bodegas”, no lo creáis. Porque, así como el relámpago sale del Oriente y brilla hasta el Poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre. Allí donde esté el cuerpo, allí se juntarán las águilas. Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá, y la luna no dará más su fulgor, los astros caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande. Y enviará sus ángeles con trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de Él de los cuatro vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra. De la higuera aprended esta semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y sus hojas brotan, conocéis que está cerca el verano. Así también vosotros cuando veáis todo esto, sabed que está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, que no pasará la generación ésta hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasaran, pero las palabras mías no pasarán ciertamente.

El Evangelio del Vigesimocuarto Domingo de Pentecostés presenta una serie de advertencias de Nuestro Señor sobre lo que sucederá en torno a la Parusía o su Segunda venida:

— Cuando veáis, pues, que la abominación de la desolación está instalada en el lugar santo.

— Habrá entonces grande tribulación, cual no fue desde el principio del mundo hasta ahora ni será.

— Se levantarán falsos cristos y falsos profetas.

— Después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo y las potencias del cielo serán conmovidas.

— Y entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo… y verán al Hijo del hombre que vendrá en las nubes del cielo con gran poder y majestad.

— Cuando vosotros viereis todo esto, sabed que el Hijo del hombre está cerca, a las puertas.

Indicada la Profecía de Daniel, Jesús amonesta a sus discípulos para que presten atención a ella, para que la interpreten según los indicios que les da, y sigan sus consejos.

Abominación de la desolación en el lugar santo: Novus Ordo Missae, también llamada misa conciliar, o misa bastarda.

Sabemos que cuando San Pablo habla del Anticristo, da como señal el sacrilegio religioso“se sentará en el Templo de Dios haciéndose dios”, es decir, se apoderará de la religión para sus fines, y cesará el sacrificio, aunque permanecerá un simulacro de sacrificio…

Seguirá la gran tribulación, con falsos cristos y falsos profetas; y luego lo detallado en el Sexto Sello del Libro del Apocalipsis, que San Juan describe allí de la siguiente manera:

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