Religión

El campanazo apocalíptico ya ha sonado

Y por esto es que advierte: “Eso de llamar Dios a Cristo no distingue hoy más a los cristianos de los herejes: éstos hoy día no tienen reparo en hacerlo pero han enturbiado el nombre: y se ha gastado el cuño de la moneda. Lo que distingue a los verdaderos cristianos es que esperan la Segunda Venida”.  (Los Pap. p.426).

Es por eso que un falso triunfo de la Iglesia, aunque no lo parezca, es el triunfo que esperan la gran mayoría de los católicos, incluso mal interpretándose la promesa de Nuestra Señora en Fátima: “Al fin mi Inmaculado Corazón triunfará”.  Al fin, quiere decir finalmente, en conclusión, por encima de todo, al fin y al cabo, a pesar de todo, mi Inmaculado Corazón triunfará; y ese triunfo se inicia en la Parusía, porque el Corazón Inmaculado de Nuestra Señora, no puede triunfar plenamente mientras impere en este mundo Satanás y sea su príncipe.

Por eso el padre Castellani hace ver: “La imaginación de la plebe, y de la super plebe –todos somos plebe– se alimenta necesariamente; no es posible dejarla en seco, y en la religión mucho menos (…) se acabó el milenarismo antiguo y la gente inventa toda clase de milenarismo moderno (…) por algo el decreto del Santo Oficio dice: ‘sea antes, sea después de la Parusía. Hoy día muchísimos católicos, incluso escritores, incluso predicadores, incluso sabios como Berdiaeff o Dawson toman como una especie de gran triunfo temporal de la Iglesia sueñan con una especie de gran triunfo temporal de la Iglesia vecino a nuestros tiempos y anterior a los parusíacos. Con esto soñó León Bloy y Veuillot y Hello y toda la escuela de apologistas románticos franceses, comenzando por Chateaubriand y Lamennais. En eso sueña Papini. ¿Y es otra cosa que eso el fondo del llamado mensaje del gran orador Milanesi? ¿Y es eso otra cosa que el milenarismo anticipado, tan imaginario y mucho menos fundado que el mío?… yo por lo menos no sueño en el vacío. (…) Nuestra época está llena de profetismo como todas las épocas de crisis; porque queremos saber a dónde vamos, pues sin saber a dónde va, nadie puede dar un paso, Y los profetas de hoy se dividen rigurosamente en dos: los que creen que los actuales son dolores de parto y los que creen son dolores de agonía; los cuales remiten el enfantement de la Nueva Era para después de la Parusía… Los primeros preparan el Anticristo (…). Los segundos creen en Cristo”.  (Los Pap. p.387).

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