Religión

El campanazo apocalíptico ya ha sonado

El antídoto contra los pseudoprofetas es el Apocalipsis, como hace ver el padre Castellani: “El Apokalypsis es el único antídoto actual contra ese ‘pseudoprofeta’”. (El Apok. p.367).

Y tal como advierte, el que deje o rechace el Apocalipsis verdadero cae en los apocalipsis erróneos“El que ‘deja allí’ el Apokalypsis, cae en los Apocalipsis falsos”.  (El Apok. p.367).

Por eso: “Los fieles de los últimos tiempos solo se salvarán por una caridad inmensa, una fe heroica y la esperanza firme en la próxima Segunda Venida”.  (Los Pap. p.135).

Al mal tiempo buena cara, pues como observa el padre Castellani: “Pero hemos de parar mientes en que si las fuerzas del Mal no son contrarrestadas; lo único que pueden hacer es apresurar la catástrofe, y por ende la subsiguiente rehabilitación sobrenatural, y nada más: no pueden construir nada estable ni permanente, siendo esencialmente parasitarias y destructivas. El Mal es un parásito del Ser; y el Ser depende intrínsecamente de Dios. Hasta el diablo trabaja para Dios”. (Apok. p.375-376).

 Y no hay que olvidar aquello que deberá ser un gran aliciente pues como dice el padre Castellani: “… en los últimos tiempos el sólo mantener y profesar la fe en Cristo hará a los fieles profetas, y mártires”.  (Apok. p.286).

Y además ver, padecer y sufrir todo lo que vemos de malo, no nos debe aplastar, sino al contrario, pues como señala el padre Castellani: “Menos hiere la flecha cuando se la ve venir”. (Apok. p.284).

No hay que olvidar que no se puede ni dudar que estamos en la recta final, aunque no sepamos exactamente en qué punto de esa recta nos encontramos, pero el campanazo apocalíptico ya ha sonado; es evidente, para todo aquel que tenga presente estas dos cosas: primera, según San Lucas: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido[1]. (Lc. 21, 24), es decir, que cuando los judíos vuelvan a Jerusalén, lo cual es el fin de la diáspora, y esto marca el comienzo o inicio del fin de los últimos tiempos apocalípticos, aunque nadie conozca el día y la hora de la Parusía, a lo cual hace alusión San Lucas tres versículos más adelante cuando dice: “Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y gran gloria”.  (Lc.21, 27).

Y para rematar, San Lucas nos anima diciendo: Más cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención está cerca”.  (Lc. 21,28).

Y esto es lo que San Pablo denomina la bienaventurada esperanza cuando exclama: “Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres,la cual nos ha instruido para que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo actual, aguardando la dichosa esperanza y la aparición de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo”(Tit. 2, 11-13).

Y San Pedro afirma lo mismo: “Por lo cual ceñid los lomos de vuestro espíritu y, viviendo con sobriedad, poned toda vuestra esperanza en la graciaque se os traerá cuando aparezca Cristo”. (I Ped.1,13).

Y para que no nos queden dudas, repite: “Si, pues, todo ha de disolverse así ¿cuál no debe de ser la santidad de vuestra conducta y piedad para esperar y apresurar la Parusía del día de Diospor el cual los cielos encendidos se disolverán y los elementos se fundirán para ser quemados? Pues esperamos también conforme a su promesa cielos nuevos y tierra nueva en los cuales habite la justicia”.(II Ped. 3,11-13).

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