España · Opinión · Religión

“Eutanasia”: la historia interminable

por Angel David Martín Rubio
en Desde mi campanario

El 18 de marzo de 2021 el Congreso de los Diputados aprobó por mayoría absoluta un texto que regulará la práctica que se denomina, con evidente impropiedad, «eutanasia» (del griego «euthanasía» que el DRAE traduce como ‘muerte dulce’) y que en realidad consiste «en la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada, crónica o terminal» (Conferencia Episcopal Española, Cuestiones sobre la eutanasia).
Sigue leyendo «“Eutanasia”: la historia interminable»

Religión

Estar en guardia para no ser engañados

por Marcial Flavius – presbyter
en Desde mi campanario.

Cuando se acerca el final del año litúrgico, la Iglesia nos invita a considerar la venida gloriosa de Cristo al final de los tiempos. Sobre ella se insiste especialmente en el último domingo después de Pentecostés y en el primero de Adviento, pero se nos viene anunciando en diversos textos de las misas de los últimos domingos.

Así la Epístola de hoy: «Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo» (Flp 3, 20-21) «Aquí se nos llama la atención sobre la maravillosa gloria de esta Resurrección que nos traerá Jesús, mostrándonos que la plenitud de nuestro destino eterno no se realiza con el premio que el alma recibe en la hora de la muerte» (Straubinger) sino que se nos emplaza al cumplimiento de esa verdad de fe que profesamos en el Credo al decir que nuestro Señor: «está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin». Sigue leyendo «Estar en guardia para no ser engañados»

Religión

Conmemoración de todos los fieles difuntos

por Marcial Flavius – presbyter
en Desde mi campanario.

[…]

Vivir en gracia santificante es lo único que interesa en la hora de la muerte. El resto de las cosas  de este mundo debemos considerarlas como medio y no como fin. Usemos de ellas en cuanto llevan a Dios y rompamos con aquellas que nos alejan de Él. Examinemos si nuestras manos están llenas de obras hechas por amor al Señor, o si, por el contrario, una cierta dureza de corazón o el egoísmo de pensar excesivamente en nosotros mismos está impidiendo que demos a Dios todo lo que espera de cada uno.

Ante la muerte, lejos de ahogarnos en preguntas que no tienen respuesta, pedimos a Dios que aprovechemos cada día más de nuestra vida como una ocasión de gracia para poner en práctica la invitación de Jesús a la conversión, para abrirnos al mensaje de esperanza que se encierra en la Cruz de Cristo.

A la Virgen María, a su intercesión y a sus méritos, nos acogemos: que preparare nuestras almas para recibir al Señor que llega en los acontecimientos de nuestra vida y en el encuentro definitivo, el día que cerremos nuestros ojos a este mundo con la esperanza de contemplar a Dios por toda la eternidad.