Signos y figuras de hechos cuyo cumplimiento ya vivimos
por Padre Juan Carlos Ceriani
fragmentos tomados de Radio Cristiandad
DOMINGO VIGESIMOTERCERO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
En aquel tiempo, hablando Jesús a las turbas, he aquí que se acercó un príncipe, y le adoró, diciendo: Señor, mi hija acaba de morir: pero ven, pon sobre ella tu mano, y vivirá. Y, levantándose Jesús, le siguió, y también sus discípulos. Y he aquí que una mujer, que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se acercó por detrás, y tocó la orla de su vestido. Porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su vestidura, sanaré. Pero Jesús, volviéndose, y viéndola, dijo: Confía, hija, tu fe te ha salvado. Y sanó la mujer desde aquel instante. Y, habiendo llegado Jesús a la casa del príncipe, cuando vio a los flautistas, y a la multitud agrupada, dijo: Apartaos: porque la niña no está muerta, sino que duerme. Y se burlaron de Él. Y, arrojada la muchedumbre, entró, y tomó su mano. Y resucitó la niña. Y se divulgó la nueva por toda aquella región.
El Evangelio de la Misa de este día contiene dos milagros de Nuestro Señor Jesucristo, uno en favor de una mujer enferma de un flujo de sangre, y otro en el de la hija de uno de los jefes de la Sinagoga, resucitándola.
Estos dos milagros encierran un gran misterio… San Jerónimo nos enseña, en la Homilía del día, que la hemorroísa que curó el Salvador es figura de la gentilidad, y que la nación judía está representada en la hija del príncipe de la sinagoga.
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Por lo tanto, la sinagoga, representada por la niña, no recuperará la vida hasta el restablecimiento de la gentilidad, significada por la hemorroísa.
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