Persignación
† Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro.
† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa que podáis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén
Oración inicial
Soberana Señora de Cielos y tierra, desde el profundo valle de esta tierra de pecado alzamos los ojos a Vos, Reina y Madre Nuestra, para estudiar vuestras virtudes e implorar vuestro valimiento. Somos, oh Señora, pobres extraviados que en la obscuridad de este desierto necesitamos quien nos guíe y nos sostenga con mano bondadosa. Dignaos, Señora, enseñarnos con vuestra autoridad y ejemplo el camino de la virtud.
Día octavo
La hija de Sión no ha sido elevada al rango de Emperatriz de los cielos únicamente para su propia gloria, sino principalmente para ser allí nuestra abogada. Y si de la oración, aun de la del hombre, se ha dicho que es la que abre los tesoros de Dios, ¿qué será la citación de aquella Mujer sin igual que es Madre de Dios y Madre nuestra? ¡Oh qué poderosos títulos para inspirarnos amorosa confianza en el valimiento y predilección de la Madre de Dios!
Pídase a Nuestra Madre la gracia particular que se desea alcanzar, y se rezará un Padre nuestro y doce Ave Marías en memoria de las doce estrellas de la gloriosa Corona.
Oración final
Oh María dulcísima Madre de Dios, aceptad desde el Trono de luz que ocupáis en el Cielo las alabanzas y suplicas de este Pueblo fiel que os venera e invoca en el misterio de Vuestra Gloriosa Asunción.
Alcanzadnos todas las gracias que necesitamos y particularmente la de una cristiana y feliz muerte. Amén
† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.