por Padre Juan Carlos Ceriani
en Radio Cristiandad
Dios Nuestro Señor instituyó la unión matrimonio con un doble fin: uno principal, la procreación y educación de la prole (ordenado en primer término al bien común); y otro secundario, subordinado al principal, ordenado al bien mutuo de los esposos.
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Fuera del deber conyugal en el legítimo matrimonio, están gravemente prohibidos el uso y la aceptación de los atractivos sensitivo-afectivos que le están vinculados.
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Este es el gran pecado de la actual vida matrimonial. Se viola y se desarticula el plan de Dios con todas las prácticas anticoncepcionistas y con todas las distintas inmoralidades del onanismo.
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Instituye Dios el matrimonio para dar la vida, y el hombre desprecia y elimina esa vida… Antagonismo entre Dios bienhechor y el hombre criminal.
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El medio utilizado para dislocar pública y socialmente al matrimonio es el divorcio.
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Nació el divorcio de la pasión, enmascarada con el sentimentalismo y con el disfraz de traje filosófico, pero contiene algo más transcendente que la ruptura del vínculo conyugal en tal o cual caso determinado, pues se quiso con el divorcio hacer saltar en añicos el fundamento de la sociedad, que es la familia… Y se quiso demoler la familia, para que, una vez suprimida, se pudiese impunemente atacar a la Religión y a la Iglesia.
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El divorcio desemboca fatalmente en la poliandria sucesiva para la mujer, y en la poligamia sucesiva para el hombre; eufemismos que encubren las realidades de la prostitución y del harén…
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Católicos… matrimonios católicos… en este ocaso del mundo, con vuestra conducta, dignificad el hogar, santificad vuestro hogar.
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
En aquel tiempo, siendo el niño de doce años, habiendo subido a Jerusalén, según solían en aquella solemnidad, acabados los días de las fiestas, al volverse ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, y no lo advirtieron sus padres. Persuadidos de que estaría en la comitiva, anduvieron una jornada y empezaron a buscarle entre los parientes y conocidos. Mas no hallándole, se volvieron a Jerusalén, buscándole. Y sucedió, al cabo de tres días de haberlo perdido, que le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles unas veces y preguntándoles otras. Y cuantos le oían estaban asombrados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verle, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué has hecho esto con nosotros? Mira, tu padre y yo te estábamos buscando, llenos de aflicción. Y él les respondió: ¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme en las cosas de mi Padre? Y ellos, por entonces, no comprendieron el sentido de las palabras que les dijo. Y descendió con ellos a Nazaret y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres.
La Santa Iglesia, guiada por el Espíritu Santo y maternalmente previsora, juzgó útil invitar a los hombres a considerar las mutuas relaciones de Jesús, María y José, para recoger las lecciones que se desprenden de ellas y aprovechar la ayuda tan eficaz que ofrece su ejemplo.
Para ellos estableció la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, que se presenta como el modelo perfecto del hogar cristiano.
Debido a los diabólicos ataques contra la institución familiar, una vez más consagro el sermón de esta Fiesta para poner en claro algunas de las principales verdades en torno al matrimonio, así como refutar y condenar sus errores contrarios.
Ya lo hice otros años; pero es necesario proclamar la Verdad cuando ella es más combatida; así como también condenar el error cuanto más descaradamente es difundido…
Y hay que insistir aún más, pues la Verdad es, no sólo ocultada, sino incluso tergiversada por los mismos que deberían anunciarla y defenderla, al mismo tiempo que ellos defienden el error y lo hacen pasar por algo correcto…
Por eso utilicé la expresión: diabólicos ataques contra la institución familiar…
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